Javier Valdez, seis meses de silencio.

A Javier Valdez lo asesinaron el 15 de mayo del 2017. A poco más de seis meses de su
ausencia, el fiscal del estado de Sinaloa no ha notificado avances en la investigación de su
asesinato. Hasta el momento solo se sabe que los asesinos huyeron en el automóvil de la
víctima después de dispararle en 13 ocasiones y de hurtar su móvil y su computadora.
Javier fue el periodista número 36 que se le arrebató la vida durante el sexenio de Enrique
Peña Nieto.
Valdez era acuario y recién habría cumplido 50 años. Estudió sociología pero desde joven
ingreso a las filas del periodismo, primero como corrector y más tarde como columnista en
el Sol de Sinaloa. En febrero de 2003 creó el periódico de reparto semanal Río Doce con el
objetivo de publicar las historias de impunidad de su natal Culiacán, Sinaloa.
En febrero de 2017, Javier notifico al Comité de Protección a Periodistas (CPJ) que había
recibido amenazas de muerte de manera anónima y actos de intimidación -como la compra
por parte de hombres armados de 4 mil 500 ejemplares- tras realizar la publicación de una
entrevista realizada a un enviado del narcotraficante Dámaso López.
Tras notificarse al CPJ, el comité le invito a mudarse a Perú o Argentina para salvaguardar
su vida. Griselda Inés López, viuda de Valdez comenta que ella deseaba que Javier se
fuese un tiempo pero que él decidió quedarse. “Yo le pedía que se fuera pero Javier decidió
no irse, solo él sabe porque lo hizo (…) al final ¿Cómo le pedía que no escribiera?”.
Alejandro Almazán, periodista e íntimo amigo de Valdez mencionó que una de las razones
por las que el periodista no quiso marcharse fue por la lejanía que tendría con su nieto.
Almazán también expreso que La Jornada –medio para el cual colaboraba Valdez- le ofreció
mudarlo a la redacción de Yucatán pero al final ni el medio ni Javier tomaron una decisión
certera.
En 2016 colocaron una granada en la redacción de Río Doce y de enero a mayo del 2017,
Valdez recibió cuatro amenazas. Ahora, Griselda López expresa: “Es difícil pensar que las
instituciones encargadas de dar justicia no tengan interés en darle seguimiento a la
investigación para saber quién está detrás de su muerte, porque al final esto no tendría que
ser así”.

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Texto: Siboney Flores 

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